La pregunta
¿Qué sería de nosotros, de cada uno de nosotros, sin cada uno de nosotros?
Esta pregunta me la hizo mi maestra el primer día que me incorporé al curso tras mi parón. Lo cierto es que pensé que ya podía haberme incorporado más tarde pero sabía que antes o después, fuera como fuese, me engancharía con una de sus habituales preguntas que parecían tonterías pero que escondían una gran sabiduría básica, la del sentido común.
No quise entrar en divagaciones que no me llevarían más que a complicarme la vida. Así que pasado un breve tiempo de reflexión le solté, no sin controlar excesivamente mi entonación, que lo que sería de nosotros sin nosotros sería CERO y que si era cierto que cada uno de nosotros tenía el sentido de formar entre todos el UNO no estábamos para eliminar a nadie.
No sé si fue la firmeza de mi explicación o que era la primera vez que me expresaba de esta forma que la maestra me miró, durante lo que me pareció un larguísimo segundo, y contestó que no estaba equivocada pero que sería interesante controlar la forma de expresarlo para no llevar a confusión y alterar la paz divina. Dicho esto, se fue.
Yo me quedé mirando los árboles que tenía frente a mí. Era la primera vez que los miraba así y descubrí lo relajantes que eran, pensaba que hasta ese momento no los había experimentado de aquella manera, y se me ocurrió que si estos árboles no estuvieran no hubiese tenido esa maravillosa experiencia.
Ese era uno de los sentidos de la pregunta, ¿cuántas experiencias nos habríamos perdido?
Caí en la cuenta de que también podía plantearme cuántas experiencias me estaba perdiendo si lo que no era hubiese sido…
Me quedé perpleja y pensé en aquello que me repetía mi maestra sobre qué sueño quería tener y qué realidad experimentaba como reflejo de mis nosotros… No era cualquier tontería… A partir de entonces me dediqué a crear realidades que deseaba y fue así como te conocí a ti.
Ana Mª Alepuz
Psicóloga